sábado, 21 de junio de 2025

III Premio a la Calidad, Innovación y Sostenibilidad en el Ámbito Sanitario. 2025.

 


La Real Academia de Medicina y Cirugía del Principado de Asturias otorgó el "III Premio a la Calidad, Innovación y Sostenibilidad en el Ámbito Sanitario 2025" a la candidatura de la Sociedad de Calidad Asistencial del Principado de Asturias (PASQAL) presentada por su presidente, D. Ricardo De Dios del Valle.


Dicho reconocimiento se entregó el 19 de junio del 2025 en un acto celebrado en el Ilustre Colegio de Médicos del Principado de Asturias en Oviedo.


En este post reproducimos el discurso que el presidente de PasQal dirigió a todos los asistentes al acto.


    "Excelentísimo señor presidente de la Real Academia de Medicina y Cirugía del Principado de Asturias, miembros del jurado del III Premio a la Calidad, Innovación y Sostenibilidad en el Ámbito Sanitario,  autoridades, académicos, compañeros y compañeras del ámbito sanitario, socios y socias de PASQAL, amigos y amigas:



Es para mí un inmenso honor estar hoy aquí, en representación de la Sociedad de Calidad Asistencial del Principado de Asturias, para recibir este reconocimiento que nos llena de orgullo y, sobre todo, de gratitud. 

Un premio que no es solo un galardón a una trayectoria, sino un homenaje colectivo a todas las personas que, durante estos 25 años, han creído en la mejora continua como una forma de cuidar mejor, de trabajar mejor, y de construir un sistema sanitario más humano, más seguro y más eficaz.

Permítanme comenzar expresando nuestro más sincero agradecimiento a la Real Academia de Medicina y Cirugía del Principado de Asturias por esta distinción, y al comité científico que ha valorado nuestra candidatura. Recibir este premio de una institución con tanto prestigio y compromiso con la excelencia científica nos honra profundamente.

Este reconocimiento no es mío, ni siquiera es solo de la actual junta directiva de PASQAL. Es de todos los que han formado parte de esta sociedad desde su nacimiento De los socios y socias que han sostenido con su compromiso y participación este proyecto colectivo. De las juntas directivas que nos precedieron, de los presidentes que marcaron el rumbo en distintos momentos, y de todas aquellas personas que, con su trabajo muchas veces silencioso, han hecho posible que hoy estemos aquí. 

Como decía John Ruskin, “la calidad nunca es un accidente; siempre es el resultado de un esfuerzo inteligente”, y si me permiten añadir de un esfuerzo inteligente coletivo y mantenido en el tiempo.

PASQAL nació del impulso de un grupo de profesionales del Hospital Monte Naranco que, allá por el año 2000, comenzaron a interesarse por la calidad asistencial como un ámbito de conocimiento y de transformación. Aquella inquietud inicial cristalizó en la celebración del primer congreso autonómico y, poco después, en la constitución formal de la Asociación de Calidad Asistencial del Principado de Asturias, registrada oficialmente en 2002. 

Desde entonces, han pasado 25 años de trabajo constante, de evolución, de aprendizaje compartido. 

Este mismo año, en 2025, hemos dado un paso simbólico pero significativo: hemos dejado de ser una asociación para convertirnos en una sociedad científica. Porque eso es lo que somos: una comunidad de profesionales del ámbito sanitario y sociosanitario que comparten una visión común sobre cómo debe ser la atención sanitaria. 

Una sociedad plural, independiente, multidisciplinar, que integra a profesionales de atención primaria, hospitalaria, salud mental, y de todos los rincones del sistema sanitario asturiano

Nuestra misión ha sido siempre clara: promover la cultura de la mejora continua de la calidad en las instituciones sanitarias del Principado de Asturias. 

Y lo hemos hecho desde múltiples frentes. A través de la formación, con nuestro congreso autonómico anual —que este año ha celebrado su vigésimo quinta edición en el Hospital Valle del Nalón—, con jornadas técnicas, con cursos online, con la organización de congresos nacionales junto con la Sociedad Española de Calidad Asistencial, y con la participación activa en proyectos de investigación y redes científicas. 

Pertenecer a la Sociedad Española de Calidad Asistencial (SECA) ha sido clave en este camino. Bajo ese paraguas hemos encontrado sinergias, colaboración, apertura, y sobre todo, la posibilidad de participar en proyectos de mayor envergadura, con mayor alcance y capacidad transformadora. Nos ha permitido acceder a financiación, a redes multicéntricas, y a espacios de diálogo en los que compartir, debatir y aprender.

Porque si hay algo que define la mejora continua, es precisamente esa voluntad de aprender constantemente, y de hacerlo con otros.

Por eso, queremos aprovechar este espacio para compartir una noticia que para nosotros es motivo de enorme ilusión: Asturias ha sido elegida como sede del Congreso Nacional de SECA en 2026. Será en Gijón, del 14 al 16 de octubre, y esperamos recibir a unos 900 profesionales del ámbito sanitario de toda España, comprometidos con la mejora continua de la calidad asistencial. Este congreso no solo es una oportunidad científica y profesional. También es una forma de poner en valor nuestra tierra, nuestros centros sanitarios, nuestra cultura y nuestros paisajes. Porque estos eventos también generan riqueza, visibilidad y orgullo de lo que somos y de lo que hacemos.

Hemos crecido en número de socios, en impacto, en presencia institucional. Hemos sabido adaptarnos a los tiempos, incluso en los momentos más difíciles, como durante la pandemia de COVID-19, cuando mantuvimos nuestra actividad formativa a través de congresos virtuales y desarrollamos una plataforma online que hoy sigue siendo un recurso valioso para la formación continua.

Pero más allá de las cifras, de los congresos, de las publicaciones o de las redes sociales, lo que define a PASQAL es una convicción profunda: 

Que la calidad asistencial no es un lujo ni un añadido, sino el corazón mismo de una atención sanitaria digna, eficaz y humana

Que mejorar no es una opción, sino una responsabilidad

Que la innovación, la sostenibilidad y la equidad no son conceptos abstractos, sino principios que deben guiar nuestras decisiones cotidianas.

A lo largo de estos años, hemos trabajado para que la calidad asistencial se entienda en toda su complejidad: desde la competencia científico-técnica hasta la accesibilidad, desde la seguridad del paciente hasta la experiencia del usuario, desde la eficiencia hasta la equidad, desde la sostenibilidad ambiental hasta la legitimidad ética de nuestras actuaciones. 

    Hemos querido ser un espacio de encuentro, de diálogo, de reflexión crítica y constructiva. Un lugar donde profesionales de distintas disciplinas puedan compartir inquietudes, aprender unos de otros, y construir juntos un sistema sanitario mejor.

También hemos querido ser una sociedad comprometida con su entorno. Por eso hemos impulsado iniciativas de responsabilidad social, como la recogida solidaria de alimentos, la colaboración con organizaciones no gubernamentales, o la compensación de la huella de carbono de nuestros congresos. 

Porque entendemos que la salud no se construye solo en los hospitales o en los centros de salud, sino también en la comunidad, con equidad y con  justicia social.


Hoy, al recibir este premio, sentimos que todo ese esfuerzo ha merecido la pena. Que cada congreso, cada jornada, cada proyecto, cada conversación, ha contribuido a sembrar una semilla de cambio. Y que esa semilla ha echado raíces.

Y si todo esto ha sido posible, si hoy celebramos 25 años de trayectoria, no es solo por lo que hemos hecho, sino por cómo lo hemos hecho

Porque detrás de cada actividad, de cada congreso, de cada proyecto, hay una forma de entender la profesión, y también la vida

Una forma de estar en el mundo que llamamos.. cultura de la mejora continua de la calidad.

Y permítanme detenerme aquí, porque esta cultura no es simplemente un conjunto de herramientas metodológicas, ni un manual de buenas prácticas. 

Es, ante todo, un compromiso ético. Una actitud vital. Una forma de mirar lo que hacemos —y lo que somos— con humildad, con espíritu crítico, con honestidad.

La mejora continua no se basa en la perfección, sino en la conciencia de que todo puede mejorar. Que siempre hay una forma más segura, más eficaz, más humana de hacer las cosas. 

Y eso requiere valentía

Valentía para mirar de frente nuestros errores, para reconocer lo que no funciona, para no engañarnos ni ocultar lo que duele.

Porque solo desde la verdad podemos construir confianza. Y solo desde la confianza podemos avanzar.

En este sentido, la seguridad del paciente —una de las dimensiones clave de la calidad— nos enseña mucho. Nos enseña que los errores existen, que son inevitables, pero que no deben ser motivo de penalización, sino de aprendizaje. Que cada evento adverso, cada fallo, cada desviación, es una oportunidad para mejorar

Y que la diferencia no está en equivocarse o no, sino en querer ver el error, en buscarlo, en analizarlo, en compartirlo. Porque solo así podemos evitar que se repita.

Esta cultura nos exige transparencia. Nos exige honradez. Nos exige mirar con sinceridad lo que hacemos, sin maquillajes, sin excusas. 

Y eso, en un entorno tan complejo como el sanitario, no es fácil. Pero es imprescindible. Porque la calidad no se construye desde la complacencia, sino desde la exigencia ética.

Uno de los valores que quizás se mencione poco, pero que creemos fundamental en esta cultura de mejora, es la generosidad. Porque para poder mejorar, necesitamos compartir. Compartir resultados, experiencias, procedimientos.

  La transparencia es el primer paso del benchmarking, que nos permite aprender unos de otros, identificar buenas prácticas y replicar lo que funciona. Y eso requiere una actitud generosa. Porque no hay avance posible si nos guardamos lo aprendido

La mejora continua también es confianza. Confianza entre compañeros. Confianza con los pacientes. Confianza en las instituciones. 

Y la confianza, como bien sabemos, no se impone: se cultiva. Se cultiva con coherencia, con esfuerzo sostenido, con humildad

Decía Séneca que “largo es el camino de la enseñanza por medio de teorías, breve y eficaz por medio de ejemplos”

Seamos, pues, ejemplo.


    También nos exige innovación. Porque mejorar implica cambiar.Y cambiar implica salir de la zona de confort, explorar caminos nuevos, atreverse a hacer las cosas de forma diferente. No por capricho, sino porque si seguimos haciendo lo mismo, obtendremos los mismos resultados. Y si queremos resultados distintos —más seguros, más eficaces, más humanos—, necesitamos actuar de forma distinta.


Innovar es, en el fondo, un acto de coraje

Porque implica aceptar que lo nuevo puede fallar. Que no todo saldrá bien a la primera. Pero también implica confiar en que cada intento nos acerca a una solución mejor

Y eso solo es posible si cultivamos la creatividad, si damos espacio y tiempo a las ideas, si valoramos el ensayo y el error como parte del proceso.

La mejora continua también nos enseña a valorar el camino más que la meta. Porque la excelencia, como decía Eduardo Galeano al hablar de la utopía, no es un lugar al que se llega, sino un horizonte que nos hace caminar. No se trata de alcanzar una perfección inalcanzable, sino de comprometernos con el presente, con lo que hacemos cada día, con cada paciente, con cada decisión.

No buscamos medallas, ni certificados, ni acreditaciones como fin en sí mismos. Son importantes, sí, pero son herramientas. Como lo son las botas o la mochila en el Camino de Santiago. Lo importante es seguir andando. Lo importante es el viaje.

Y en ese viaje, hay algo que no podemos olvidar: la necesidad de medir. Porque no se puede mejorar lo que no se mide. 

Necesitamos datos, necesitamos evidencia, necesitamos alejarnos de las buenas intenciones para tomar decisiones informadas. La calidad no puede depender solo de percepciones o intuiciones. Requiere método, requiere análisis, requiere ciencia.

Pero también requiere humanidad

    Porque al final, todo esto —la mejora, la innovación, la medición— tiene un único propósito: dar una mejor asistenciaUna asistencia con más conocimiento, sí, pero también con más empatía. Con más respeto. Con más escucha.

    La cultura de la mejora continua de la calidad es, en definitiva, una forma de cuidar. De cuidarnos entre nosotros como profesionales. De cuidar a nuestros pacientes. De cuidar nuestras instituciones. De cuidar el sistema sanitario que hemos construido entre todos y que debemos proteger para las generaciones futuras.


Pero quizás uno de los retos más importantes que tenemos como sociedad científica comprometida con la calidad asistencial es que todo este esfuerzo no quede solo dentros de los muros de nuestros centros sanitarios. Que lo que ocurre en las unidades de calidad, en los comités, en los grupos de mejora, en cada jornada, no sea únicamente una conversación entre expertos. 

Los ciudadanos deben saber -y sentir- que detrás de cada proceso mejorado hay un compromiso ético y vocacional de los profesionales. Que no nos conformamos con lo que funciona “más o menos bien”. Que cada día revisamos, cuestionamos, aprendemos y volvemos a intentarlo para que las cosas funcionen mejor. 

Necesitamos que la sociedad vea, reconozca y acompañe este compromiso. Porque una sociedad informada y partícipe es una sociedad que confía

Y la confianza es hoy, quizás, el mayor activo de nuestras instituciones públicas. La confianza se construye con transparencia, pero también mostrando el alma de lo que hacemos: la voluntad de mejora, la responsabilidad compartida, el respeto por cada paciente.

Decía Saint-Exupéry que “el mundo entero se aparta cuando ve pasar a alguien que sabe adónde va”

Hoy más que nunca, necesitamos que se vea ese rumbo. 

Que nuestra cultura de calidad no sea solo un camino hacia la excelencia técnica, sino también una forma de acercar el sistema a quienes lo sostienen y para quienes esta pensado: los ciudadanos

Porque la legitimidad de un sistema público de salud no solo se defiende con normas, presupuestos o recursos, que también. Se defiende con credibilidad

Y la credibilidad nace del esfuerzo sostenido, del compromiso visible, de la mejora constante... y del orgullo colectivo de cuidar y ser cuidados.

Solo así, la ciudadanía podrá sentirse parte, ser aliada, y defender, como propia, una sanidad que aspira cada día a hacerlo mejor. 

Como recordaba el poeta, caminamos no porque el camino esté trazado, sino porque lo vamos construyendo con cada paso. Y esa huella, si es compartida, deja sentido.

Por eso, este premio no es solo un reconocimiento a lo que hemos hecho. 

Es un impulso para seguir caminando. Para seguir creyendo en esta forma de estar en la profesión. Para seguir sembrando cultura, valores, compromiso.

Y si algo hemos aprendido en estos 25 años es que no se mejora solo.

Que la calidad no se construye en solitario. 


Que necesitamos equipos, alianzas, redes. 

Que necesitamos escucharnos, apoyarnos, inspirarnos mutuamente.

Hoy, al recibir este premio, sentimos que no estamos solos. Que hay muchas personas, muchas instituciones, muchos profesionales que comparten esta visión. Que creen, como nosotros, que la calidad asistencial no es un lujo, sino una necesidad. Que creen que se puede —y se debe— mejorar cada día.


A todos ellos, a todos vosotros, gracias. Gracias por caminar con nosotros. Gracias por creer que otro modo de hacer las cosas es posible. Gracias por formar parte de esta historia.

Y sobre todo, gracias por seguir creyendo en el valor de lo que hacemos. 

Porque si algo nos enseña la mejora continua es que cada gesto cuenta. Cada decisión. Cada palabra. Cada paso.

Y permitidme cerrar este discurso con una mirada hacia el porvenir. 

Si algo nos enseñan estos 25 años es que toda transformación duradera nace de una convicción compartida y de un compromiso sostenido

Que el testigo que hoy sostenemos debe ser entregado, con orgullo y confianza, a las nuevas generaciones de profesionales que se incorporan con energía, ideas frescas y la misma vocación de servicio.

PASQAL seguirá siendo ese espacio de encuentro, esa casa común donde caben todas las especialidades, todas las  disciplinas, todas las edades, todas las preguntas valientes

Nuestra misión no termina con este reconocimiento: al contrario, se renueva.

Porque como decía Margaret Mead, “nunca dudes que un pequeño grupo de ciudadanos comprometidos puede cambiar el mundo. De hecho, es lo único que lo ha logrado”.




A quienes nos precedieron, gracias. A quienes nos acompañan hoy, gracias. Y a quienes vendrán, aquí tendrán un lugar donde construir, con rigor, con pasión y con propósito, un sistema sanitario a la altura de las personas que lo necesitan y lo sostienen.

¡Sigamos caminando!

Muchas gracias."

Ricardo De Dios del Valle
Presidente de PasQal


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