1. Tiempos máximos de espera garantizados
La mayor parte de las Comunidades Autónomas de nuestro país han elaborado leyes de garantías de tiempos máximos de espera.
En el momento actual no existen estudios que evalúen los resultados de la aplicación de dichas medidas, ni en reducción de demoras, ni en el coste asociado a las mismas... A pesar de ello, podemos pensar que la aplicación de estas normas debería suponer para el paciente un elemento de seguridad y de aumento de su capacidad de decisión. Sin embargo, puede existir factores limitantes, como la falta de información adecuada o la inexistencia de recursos disponibles en un área geográfica determinada que pueden acabar condicionando la aplicación real de la norma.
El Real Decreto publicado en el BOE de 29 de agosto del 2011 garantiza el derecho de todos los españoles a tiempos de demora máximos de seis meses para intervenciones quirúrgicas en todas las CC AA. Los servicios de salud autonómicos están obligados, pasado ese plazo, a proporcionar la asistencia en el sistema privado y, cuando no se oferte
En el momento actual no existen estudios que evalúen los resultados de la aplicación de dichas medidas, ni en reducción de demoras, ni en el coste asociado a las mismas... A pesar de ello, podemos pensar que la aplicación de estas normas debería suponer para el paciente un elemento de seguridad y de aumento de su capacidad de decisión. Sin embargo, puede existir factores limitantes, como la falta de información adecuada o la inexistencia de recursos disponibles en un área geográfica determinada que pueden acabar condicionando la aplicación real de la norma.
El Real Decreto publicado en el BOE de 29 de agosto del 2011 garantiza el derecho de todos los españoles a tiempos de demora máximos de seis meses para intervenciones quirúrgicas en todas las CC AA. Los servicios de salud autonómicos están obligados, pasado ese plazo, a proporcionar la asistencia en el sistema privado y, cuando no se oferte
esta posibilidad, al reintegro de gastos. El RD prevé un periodo desde su publicación de seis meses de adaptación para los servicios de salud autonómicos.
Es difícil predecir el impacto y la aplicación del citado decreto en las Comunidades Autónomas.
Y no hay pocos autores que piensan que dichas medidas fomentan esencialmente el desarrollo de la medicina privada, y asociada a la misma el deterioro de la sanidad pública.
Decreto 59/2018. Principado de Asturias.
2. Coordinación de listas
Es difícil predecir el impacto y la aplicación del citado decreto en las Comunidades Autónomas.
Y no hay pocos autores que piensan que dichas medidas fomentan esencialmente el desarrollo de la medicina privada, y asociada a la misma el deterioro de la sanidad pública.
Decreto 59/2018. Principado de Asturias.
2. Coordinación de listas
Pretende la gestión de las listas de espera desde el marco teórico de un servicio de salud en lugar de hacerlo desde un hospital. Se supone que los hospitales de un servicio de salud deberían trabajar en red; y no como si fueran unidades asistenciales independientes.
Estas iniciativas pretenden aplicar este concepto a la gestión de la lista de espera y realizar una centralización de las listas de espera de los hospitales de una zona geográfica determinada con el objetivo de obtener una mayor eficiencia y capacidad de responder a las necesidades bajo un criterio de prioridad relativa.
Para lograr un funcionamiento adecuado, sería preciso que tanto los profesionales, gestores y población tengan un conocimiento amplio de las listas de espera y de los tiempos de espera para tomar decisiones bien informadas.
Para lograr que estas medidas puedan aportar resultados positivos es imprescindible lograr la participación e incorporación de los profesionales; y deben conocer la eficacia de la medida pero también la seguridad y la calidad de este modelo debe estar garantizada. Es necesario que la implantación de una lista de espera centralizada esté apoyado por un planteamiento clínico riguroso y consensuado con los profesionales. Si se aborda desde un punto de vista meramente administrativo probablemente el modelo fracasará. Ejemplos de este modelo se han desarrollado en el ámbito de la Cirugía Mayor Ambulatoria en Castilla-La Mancha.
Estas iniciativas pretenden aplicar este concepto a la gestión de la lista de espera y realizar una centralización de las listas de espera de los hospitales de una zona geográfica determinada con el objetivo de obtener una mayor eficiencia y capacidad de responder a las necesidades bajo un criterio de prioridad relativa.
Para lograr un funcionamiento adecuado, sería preciso que tanto los profesionales, gestores y población tengan un conocimiento amplio de las listas de espera y de los tiempos de espera para tomar decisiones bien informadas.
Para lograr que estas medidas puedan aportar resultados positivos es imprescindible lograr la participación e incorporación de los profesionales; y deben conocer la eficacia de la medida pero también la seguridad y la calidad de este modelo debe estar garantizada. Es necesario que la implantación de una lista de espera centralizada esté apoyado por un planteamiento clínico riguroso y consensuado con los profesionales. Si se aborda desde un punto de vista meramente administrativo probablemente el modelo fracasará. Ejemplos de este modelo se han desarrollado en el ámbito de la Cirugía Mayor Ambulatoria en Castilla-La Mancha.
3. Priorización de pacientes en tiempos de demora
Consiste en establecer sistemas para organizar las listas de espera (esencialmente quirúrgicas) con el objetivo de que atiendan en primer lugar a aquellos pacientes cuya ganancia total sea mayor. Debemos entender la ganancia por paciente en términos de gravedad de la enfermedad, de beneficio esperado u otros condicionantes sociales y económicos.
La hipótesis de partida es que el paciente que espera más tiempo puede no ser el que más lo necesite o mayor beneficio pueda obtener. La solución es incorporar criterios explícitos clínicos, sociales, económicos y funcionales para el establecimiento de prioridades en la lista de espera.
Esta estrategia implica personalizar las listas de espera, ya que determinar que es una demora inadecuada dependerá de la patología concreta y de las características de los pacientes.
Como ya señalábamos anteriormente y la experiencia internacional (Hadorn y Colmes, 1997) avala, esta estrategia es de singular valor, no solo para reducir los tiempos de demora, sino para garantizar la equidad de utilización.
En el momento actual el criterio esencial de gestión de la lista de espera es el tiempo de demora. Inicialmente se atiende primero al que primero llega. Sobre este criterio, de orden de entrada en lista de espera, han comenzado a introducirse otros criterios como una priorización clínica muy básica.
Muchos profesionales han manifestado opiniones críticas hacia esta forma de gestionar las listas de espera. El tiempo de espera no debe ser la única variable relevante. Deberán incluirse otros aspectos como intensidad de los síntomas o limitaciones en la vida diaria... En definitiva abandonar el concepto de igualdad por el concepto de equidad... no dar a todos lo mismo... sino dar lo que precise cada uno.
Existen numerosos casos en los que se demuestra que la demora tiene impacto en la supervivencia de la patología; y sin embargo, en otros procesos clínicos no altera de forma significativa el resultado.
Consiste en establecer sistemas para organizar las listas de espera (esencialmente quirúrgicas) con el objetivo de que atiendan en primer lugar a aquellos pacientes cuya ganancia total sea mayor. Debemos entender la ganancia por paciente en términos de gravedad de la enfermedad, de beneficio esperado u otros condicionantes sociales y económicos.
La hipótesis de partida es que el paciente que espera más tiempo puede no ser el que más lo necesite o mayor beneficio pueda obtener. La solución es incorporar criterios explícitos clínicos, sociales, económicos y funcionales para el establecimiento de prioridades en la lista de espera.
Esta estrategia implica personalizar las listas de espera, ya que determinar que es una demora inadecuada dependerá de la patología concreta y de las características de los pacientes.
Como ya señalábamos anteriormente y la experiencia internacional (Hadorn y Colmes, 1997) avala, esta estrategia es de singular valor, no solo para reducir los tiempos de demora, sino para garantizar la equidad de utilización.
En el momento actual el criterio esencial de gestión de la lista de espera es el tiempo de demora. Inicialmente se atiende primero al que primero llega. Sobre este criterio, de orden de entrada en lista de espera, han comenzado a introducirse otros criterios como una priorización clínica muy básica.
Muchos profesionales han manifestado opiniones críticas hacia esta forma de gestionar las listas de espera. El tiempo de espera no debe ser la única variable relevante. Deberán incluirse otros aspectos como intensidad de los síntomas o limitaciones en la vida diaria... En definitiva abandonar el concepto de igualdad por el concepto de equidad... no dar a todos lo mismo... sino dar lo que precise cada uno.
Existen numerosos casos en los que se demuestra que la demora tiene impacto en la supervivencia de la patología; y sin embargo, en otros procesos clínicos no altera de forma significativa el resultado.
En resumen, hay personas incluidas en una lista de espera que pueden incrementar el riesgo para su salud derivado de la demora en la misma. Esto es claro en algunos procesos e intervenciones.
Parece necesario priorizar según la necesidad clínica (gravedad, urgencia), según el mejor pronóstico de resultados (coste-efectividad), según necesidades sociales del paciente (dependencia, etc..) y de acuerdo a necesidades funcionales (reanudar actividad laboral...).
Para desarrollar sistemas de priorización es preciso contar con la opinión de profesionales y de la sociedad... debemos llegar a consensos que permitan establecer criterios socialmente apoyados para gestionar la lista de espera. Probablemente, el primer consenso debe ser político.
No es viable un sistema de este tipo partiendo desde la desconfianza en las instituciones... quizás en este momento se antoja difícil.
Parece necesario priorizar según la necesidad clínica (gravedad, urgencia), según el mejor pronóstico de resultados (coste-efectividad), según necesidades sociales del paciente (dependencia, etc..) y de acuerdo a necesidades funcionales (reanudar actividad laboral...).
Para desarrollar sistemas de priorización es preciso contar con la opinión de profesionales y de la sociedad... debemos llegar a consensos que permitan establecer criterios socialmente apoyados para gestionar la lista de espera. Probablemente, el primer consenso debe ser político.
No es viable un sistema de este tipo partiendo desde la desconfianza en las instituciones... quizás en este momento se antoja difícil.